Amalgamas:
la
historia del Dr. Jaro Pleva
Tomado del libro “Elementos de peligro”
Dr. Morton Walker
Presentado por Oscar
Godoy, Chile, 27/9/12
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El
Dr. Jaro Pleva e ra
jefe de química y director de la
sección
“ciencias de la corrosión” de la multibillionaria compañía
Krona Steel Research Company Uddenholm AB
en Hayfors, Suecia.
Desde la época en que tenia 20 años en los años ’60, Pleva se hizo obturar todas sus piezas dentarias
con amalgamas, excepto los dientes anteriores. En 1963 un puente de oro
fue instalado en el lado derecho de su maxilar inferior para reemplazar
2 piezas extraídas. En 1976 una de las piezas de apoyo del puente
necesitó tratamiento por caries. La perforación en dicha pieza fue
temporalmente rellenada con amalgama a través de una perforación en la
estructura de oro. El tratamiento final se pospuso por un año y luego se
practicó un tratamiento de conducto a través de la misma perforación. De
nuevo la perforación fue rellenada con amalgama. De este modo dentro del
puente de oro el Dr. Pleva tenía metales disímiles combinados. Esta es
la clase de condición destinada a crear enfermedades, pero él no lo
sabia en ese momento. Esta información acerca de los dientes de Jaro
Pleva es significativa porque este hombre llegó a ser un muy importante
investigador científico acerca del daño que crean las amalgamas dentales
en el cuerpo humano y en particular en el cerebro.
Su historia, entre otras, permitió al gobierno de Suecia finalmente al
partir del 1 de enero de 1999, no permitir el uso de amalgamas en las
clínicas dentales de Suecia.
Pleva obtuvo su doctorado en química y comenzó a
trabajar como químico y físico especializándose en la ciencia de la
corrosión de los metales.
Veinte años después del episodio del puente de
oro y su contacto con la amalgama, comenzó a descubrir importante
información acerca del carácter venenoso del mercurio de las amalgamas y
cómo se convierte en agente causal responsable de una alta cantidad de
enfermedades en los países industrializados. El Dr. Pleva realizó
conferencias y charlas entre sus colegas acerca de este tóxico metal y
cómo escapa de la superficie de las amalgamas en proceso de corrosión en
forma de vapor de mercurio.
El mercurio comienza a invadir todos los tejidos corporales y también el
cerebro de más de 2500 millones de personas en todo el mundo, que poseen
amalgamas de mercurio. Como jefe de química y especialista en corrosión
de la Krona Steel Research Company comenzó a utilizar las técnicas más
avanzadas del mundo en sus propios laboratorios estudiando amalgamas
extraídas de su boca y de muchos otros pacientes. Todas las amalgamas
estaban fuertemente corroídas. Toda esta información científica está
documentada a fondo, echando por tierra la pretendida aseveración de la
ADA (American Dental Asociation ) que dice y asegura (sin pruebas
científicas) que la amalgama es estable.
El Dr. Pleva demostró los peligros de las obturaciones de amalgamas
analizando primero sus propios problemas de salud y luego analizando a
otros.
Historia de las enfermedades experimentadas por el Dr. Pleva.
Comenzando a fines de los años ’60 después de haber sido sometido a su
primer tratamiento con amalgamas dentales, el Dr.
Pleva comenzó a experimentar alteraciones
corporales en forma de estrés y ocasionales jaquecas. Estas jaquecas
eran en su mayor parte desencadenadas por cambios climáticos,
especialmente baja presión atmosférica. Él relacionó estas sensaciones
de estrés con sus ambiciones personales y a una falta de equilibrio
entre el trabajo de oficina y la actividad física. El Dr. Pleva concluyó
que estaba trabajando demasiado. Unos pocos meses después de su implante
final en 1977 cuando la pieza dentaria del puente de oro fue rellenada
con amalgama, el Dr. Pleva se sorprendió al ser atacado con síntomas
potentes e inexplicables. Comenzó a despertar en la noche en un estado
de ansiedad extrema y un ritmo cardiaco muy irregular. Cada vez que esto
ocurría y durante algunos minutos el pensaba que aquellos eran los
últimos minutos de su vida. Él estaba constantemente en un estado de
indescriptible cansancio, estrés, depresión emocional y ansiedad.
Realizar tareas simples, reuniones de conversación, tratar de ser
sociable y aún pensar con claridad, requerían para él un gran esfuerzo.
Durante consultas con médicos acerca de estos síntomas, su principal
preocupación era el ritmo cardiaco irregular puesto que esto era algo
tangible y físico que podía medirse. Fue examinado para descubrir la
causa de esta arritmia cardiaca pero no se llegó a ninguna conclusión.
El resultado de múltiples exámenes demostraban una condición normal
excepto por un ligero aumento del colesterol. Estos resultados eran
anotados en la ficha médica señalando que el paciente “imagina sus
problemas”. Resumiendo el Dr. Pleva fue etiquetado por los profesionales
médicos como un paciente con “enfermedades psicosomáticas”. Ellos
estaban convencidos que todo estaba “en su cabeza”.
(Ver: "It's all in your head".
Libro del Dr.
Hal Huggins)
Para cooperar, el Dr. Pleva les decía que había amalgama en su puente de
oro. Como experto en corrosión él estaba seguro de este deterioro puesto
que pocos meses después de dicho implante la amalgama estaba negra y
rugosa (signos claros de corrosión y disolución de la amalgama). Ningún
médico examinó su boca ni mostraron el menor interés en este factor.
Comenzaron a aparecer otros problemas como por ejemplo un problema
ocular que lo obligó a visitar un oftalmólogo el cual al examinarlo
descubrió hipertensión y sangramiento de la retina ocular, pero no le
indicó ningún tratamiento. Sin embargo lo derivó a un médico general
para tratar la hipertensión, este a su vez le recetó medicamentos para
esta condición. Sin embargo para el Dr. Pleva nada cambió.
Unos pocos meses después, fuertes dolores en el pecho lo forzaron a
buscar atención médica de nuevo. El Dr. Pleva fue sometido a distintos
tests médicos, incluyendo un electrocardiograma (ECG) llevado a cabo en
reposo y en ejercicio. Pero este ECG mostró una condición cardiaca
normal.
El sistema gastrointestinal fue observado radiográfica y clínicamente
durante un día completo, a pesar de lo cual no se llegó a ningún
diagnostico.
Análisis de mercurio en la sangre y orina, llevados a cabo solo por un
deseo expreso del Dr Pleva, aunque mostraron un ligero aumento, estaban
por debajo de los limites peligrosos establecidos según normas
industriales.
Nada parecía indicar que él estaba siendo dañado en su salud por este
veneno implantado en su boca.
El Dr. Pleva pasa por alto sus conocimientos científicos personales
Repetidamente al Dr. Pleva se le ofreció una “proyección diagnóstica” de
parte de los médicos estableciendo que todos sus síntomas provenían del
estrés del trabajo y/o relaciones familiares difíciles. Esta conjetura
no podía tomarla seriamente puesto que era evidente para él que su
trabajo no era estresante y que su vida familiar era realmente
placentera. Por lo tanto el doctor Pleva reevaluó sus problemas de salud
desde un punto de vista estrictamente científico, centrando de nuevo su
atención en sus obturaciones de amalgama. Él se dio cuenta que la
superficie de la obturación de amalgama (de un tamaño aproximado de 4mm
x 4mm totalizando 16 mm cuadrado) dentro del puente de oro (cuya
superficie era de 670mm cuadrados) rápidamente se torno negra y rugosa.
Como experto en corrosión él sabia perfectamente que esta pequeña área
se había convertido en una “célula galvánica” donde el noble oro actuaba
como cátodo y la tóxica amalgama como ánodo. Esto significaba que el
ánodo/amalgama estaba disolviéndose iónicamente. Sin embargo y por mucho
tiempo el doctor Pleva puso en duda sus propios conocimientos
científicos y decidió que dicho proceso de corrosión no podría resultar
en cantidades peligrosas de mercurio dado que estos dentistas con
formación universitaria en dos oportunidades no habían mostrado la menor
duda en poner amalgamas en contacto directo con oro. Esta autoimposición
de ignorar la verdad que estaba en sus conocimientos científicos sólo
contribuyó a mantener y a agravar sus problemas físicos y mentales:
Fatiga crónica devastadora, tendencia a dormir hasta el grado de
narcolepsia, depresión y ansiedad siempre presente, dolor en el pecho,
visión borrosa, dolores de cabeza, mareos, dolores articulares,
sensación de “pinchazos con agujas” en ambas axilas y en ambas ingles,
un extraño tironeo del maxilar inferior hacia su clavícula, debilidad
muscular erupciones eczematosas en la piel, encías sangrantes, gusto
metálico en la boca, formación de un anillo alrededor de su córnea
llamado “arcus senilis” y más, mucho más.
Un severo sufrimiento por otros dieciocho meses sin tener a la vista
ninguna salida. Finalmente el Dr. Pleva escogió el camino que ahora
parece evidente. Él estudió en serio el envenenamiento mercurial, visitó
bibliotecas médicas y estudió libros de toxicología y patología en los
cuales él descubrió sus síntomas claramente conectados a una
intoxicación mercurial crónica, proveniente de sus piezas dentarias con
obturaciones de amalgamas.
El siguiente paso vital que él tomó fue consultar a un dentista
holístico y pedirle que removiera la amalgama dentro del puente de oro y
la reemplazara por composite (resina con cuarzo). Después de tres
semanas se hizo evidente que esta acción lo estaba llevando en la
dirección correcta, quedó en evidencia que él estaba siendo envenenado
por mercurio. Las sensaciones de pinchazos en ambas axilas e ingles y el
eczema desaparecieron primero. Luego muchos de los síntomas subjetivos
más fuertes comenzaron a disminuir pero no todos ni completamente.
Alrededor de tres meses después del cambio de la amalgama en el puente
de oro el doctor Pleva sufrió una parálisis en la mitad derecha de su
rostro, su equilibrio también fue afectado. El doctor Pleva consultó
varios médicos, y un diagnostico tentativo por parte de uno de ellos
aseguraba que él tenía una rara enfermedad tropical. Por supuesto este
diagnostico era falso. Un segundo médico diagnosticó la parálisis facial
junto con el daño en el equilibrio corporal y en la audición como una
manifestación de Herpes Zoster auditivo, este diagnóstico se basó en el
descubrimiento de una pequeña erupción en la piel de la oreja derecha.
De nuevo un diagnostico falso.
Finalmente al paciente le fueron removidas todas las amalgamas.
En el otoño de 1981 tres años después de la remoción de la célula
galvánica oro/amalgama un gran número de síntomas aún permanecía, tales
como: fatiga crónica, dolores musculares, dolores articulares,
dificultades respiratorias y ansiedad mental y/o emocional.
Consecuentemente el doctor Pleva retornó a los libros y estudio la
literatura acerca de las amalgamas dentales con profundidad. Su
conocimiento de los mecanismos de inestabilidad y corrosión de los
metales y las aleaciones lo llevaron a la decisión final de removerse
todas las amalgamas. Esto fue hecho durante el verano de 1982.
Inmediatamente después del primer reemplazo por sustitutos, los síntomas
del paciente mejoraron al punto de desaparecer. Por ejemplo cuando las
obturaciones de amalgamas opuestas al puente de oro fueron removidas,
todas las jaquecas desaparecieron en forma permanente. Luego su fatiga
crónica desapareció y un resurgimiento energético retornó tan
abruptamente que el Dr. Pleva se encontró a sí mismo necesitando tan
sólo 6 horas de sueño en lugar de sus ya habituales 12 hrs. Casi
simultáneamente con la remoción de 2 obturaciones de amalgama en el
maxilar inferior el doloroso tironeo y tensión de la mandíbula hacia la
clavícula desapareció completamente.
Cuando todas las
obturaciones de amalgamas fueron removidas y substituidas por composite
todos y cada uno de los síntomas físicos tales como dolores articulares,
dolor en el pecho, encías sangrantes, parálisis, crisis asmática,
problemas oculares debido al arcus senilis, y otros, desaparecieron. Sus
dificultades mentales y emocionales incluyendo la depresión y ansiedad
llegaron a su fin.
Algunos síntomas que él pensó eran el resultado de otras causas fuera de
la toxicidad mercurial, también desaparecieron, especialmente el dolor
de espalda el cual el lo relacionaba al trabajo de oficina y a su gran
estatura. También los dolores bajo las costillas los cuales según los
médicos eran remanentes de una infección hepática ocurrida 20 años antes
se terminaron. En diciembre de 1982 el paciente descubrió que pequeñas
vesículas y exfoliación de la piel en la planta de un pie y en la palma
de sus manos ya no ocurrían más.
La sensación de bienestar que sintió fue tremenda dice el Dr. Pleva. La
mejora en su salud no podría ser relacionada con ningún factor de su
medio ambiente inmediato tales como el trabajo, hogar, relaciones
personales o dieta, puesto que estas permanecieron sin cambios. La
desaparición de los síntomas del Dr. Pleva caen dentro del periodo de
remoción de sus amalgamas. El mercurio desapareció de su cavidad bucal
al igual que todos los síntomas de sus enfermedades. El Dr. Pleva
recuperó una sensación de calma y paz, así como la capacidad de apreciar
aromas, detalles y gradaciones de su medio ambiente, algo que él no
había sido capaz de hacer durante 25 años o más, durante los cuales
tenía amalgamas en su boca. Hoy (año 2000) a la edad de 55 años Haro
Pleva no acepta más que síntomas relacionados con la edad tales como
cansancio crónico, jaquecas o dolores en muchas partes del cuerpo formen
parte de la vida diaria. Un pre requisito esencial para mantener la
buena salud es que las aleaciones de amalgamas en corrosión que generan
galvanismo oral liberando metales pesados altamente tóxicos, incluyendo
el mercurio deben ser removidos de la cavidad bucal.
Comentario 1: José Espinoza,
Venezuela
Excelente material digno de
difusión principalmente entre los odontólogos NO HOLÍSTICOS quienes se
empeñan en que las amalgamas no representan problemas de salud para
quienes las poseen, saludos fraternos desde Mérida venezuela.
PARA
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